Lentes de contacto en niños

Lentes de contacto en niños ? A partir de cuándo pueden usarse?

 

No existe una edad mínima o recomendada para el inicio en el uso de lentes de contacto, ya que los materiales de las nuevas lentillas son totalmente bio-compatibles desde muy temprana edad y, además, proporcionan muchos beneficios (visuales, estéticos , confort …)

 

La decisión sobre su posible uso debe estar condicionada solo teniendo en cuenta las necesidades visuales de tu hijo, sus actividades y su contexto.

 

¿Puede manejar esta responsabilidad? ¿Aprende bien las instrucciones y es regular en sus tareas? ¿Puede y quiere aprender a insertar y quitar las lentes de contacto?

 

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Según los especialistas casi todos los niños con edades a partir de los 6 -8 años pueden ser buenos candidatos para llevar lentillas si adquieren los hábitos higiénicos y las destrezas manuales asociadas a su uso.

 

De hecho, existen estudios que muestran que los niños con gafas tienden a realizar menos deporte por miedo a romper las gafas y que el 86 % se las quitan por lo que realizan el deporte con una visión reducida.

 

Otro de los beneficios es que, llevando lentes de contacto, el niño puede ver de manera adecuada desde todos los ángulos, puesto que la lente está en el ojo. Por su contra, las gafas dejan espacios sin cubrir, sobre todo laterales e influyen en el campo visual.

 

Las lentillas que aportan al niño libertad de movimiento, incremento de motivación y descenso del miedo pueden aumentar el rendimiento tanto en las tareas cotidianas como en la realización de prácticas deportivas.

 

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Por otro lado, en los niños hipermétropes, astígmatas y estrábicos (en donde es muy importante que miren a través de la gafa y no por encima), la lente de contacto es ideal, ya que conseguimos que lleven la corrección óptica todo el día.

 

En los niños miopes, conseguimos con las lentes de contacto mejorar la calidad visual enormemente lo cual es de gran relevancia para un rendimiento escolar y extraescolar óptimo.

 

Para los niños, las lentillas diarias pueden ser una buena opción, ya que no requieren mantenimiento y proporcionan una lente nueva cada día, con un perfecto nivel de higiene. Si optamos por lentes de contacto desechables mensuales o trimestrales, los programas de uso son fáciles de recordar. Ambos casos suponen menos inconvenientes si el niño o el adolescente pierde una lente o se rompe durante su manipulación.

 

En conclusión, la adaptación de lentes de contacto en niños es posible siempre que realice bajo control profesional adecuado y se estudie cada caso en particular. Además, es muy aconsejable el apoyo de sus familiares más cercanos.